Poesía recuperada

Naty Menstrual

 

Buenos Aires - 2016

90 páginas / 14 x 20

ISBN 978-987-3760-55-6

SI FUERA MUJER

 

Si fuera mujer tendría mil hijos
tendría mil hijos con mil hombres distintos.

Si fuera mujer tendría mil hombres
con mil besos de rojo terciopelo
enredados en mis labios
sin prisas y sin tiempos
recorriéndome.

Si fuera mujer dormiría entre mil cuerpos
enredada en mil tentáculos de amor
con pasión con dolor y con sudores
sudores de mil hombres
pieles olores lamidas besos.

Si fuera mujer bailaría con mil hombres
la danza del amor entre mil lanzas
de blanco semen y de roja carne
entre mil lanzas de mil hombres
herida de dolores sobrepasada de pasiones.

Si fuera mujer tendría mil hijos
maleducados y rebeldes malhablados
irreverentes perversos y alterados
alimentados por su odio contra mí
alimentados por un odio eterno

(…)

 

Premenstrual, entrevista por Liliana Viola

Pre menstrual

Entre los atributos que saltan a la vista, Naty Menstrual suele ostentar a quien se le anime, el de traicionera olímpica, medalla de oro. ¿Se puede decir traicionera en el buen sentido? Naty traiciona las falsas expectativas. Cuando parece que va, viene; deja como a un idiota al sentido común y le saca la ficha a la corrección política. Cuando da miedo está mansa, cuando parece mansa pega el zarpazo. Además, es de las traidoras que avisan. Por ejemplo, en uno de los poemas de su nuevo libro, “Bomba bombón” lo anuncia así de claro: “Les voy a tirar una bomba atómica incolora inodora sin humo para que no se den cuenta y mueran y nadie va a saber quién es al que le toca porque no voy a avisarles así de hija de puta por hijos de puta que se lo merecen voy a poner una aviso para los que quieran mandarme una lista y por cabeza les cobro cien mangos y me hago rica…”

El resentimiento de Naty Menstrual siempre tiene, como el de los payasos, una margarita que escupe algo desde la solapa. Cuidado, avisa ella, puede ser leche, puede ser pis.

Los malosentendidos y algo más

Llega al bar La Paz, puntual como corresponde y antes muerta que sencilla, con un saco de leopardo ecológico, una bolsa de plástico de algo que compró en el trayecto y como toda una señora que es, se pide un tecito. Yo llego con todos los poemas subrayados y dispuesta a halagarla con mis hipótesis. Opino sinceramente que desde sus primeras apariciones públicas, pasando por el trabajo de edición de sus relatos en Continuadísimo (Eterna Cadencia) y luego en su Batido de trolo (Milena Caserola) este libro presenta el colmo de su estilo donde lo guarro no quita lo luminoso, lo malevo no le hace sombra a los tacos agujas desde donde se planta a escupirle al mundo. Con una estética Almodóvar en el arte de tapa y con poemas que visitan una femineidad acuática y suicida, una familia distante y necesaria y por supuesto, los secretos de alcoba, Poesía recuperada es una confesión marca Menstrual. Le digo que consiguió capitalizar la calle que viene haciendo en sus shows, sus remeras pintadas, su serie de muñecas desarticuladas. Este libro marca una madurez, una superación, digo como si estuviera sentada en un programa típico de literatura por televisión.

Naty me mira con las cejas como acordeón y me dice en un susurro: ¡Nada que ver!

¿Por qué?

–Es que es muy raro lo que me decís, porque estos poemas los escribí hace mil años. Son cosas que yo fui escribiendo antes de travestirme, ni era Naty. Era un marica que mientras escribía otras cosas, hacía estos poemas en secreto, para mí. Nunca pensé que fueran publicables.

Ay, qué tonta. ¡Por eso se llama Poesía recuperada!

–Bueno, la verdad no iba a ser ese el título. Fijate el cagazo que me daba la idea de publicarlos que le dije al editor que les pusieramos “Poemas de una travesti cursi”. Como diciendo, bueno, yo les avisé, si no les gusta, yo les dije.

¿A qué viene el pudor de golpe?

–No era pudor, para nada. Yo venía de escribir otras cosas, mis monólogos, los cuentos dementes llenos de guarradas. Y estos poemas pertenecen a un momento en que escribía historias de homosexuales, de hombres que se acostaban conmigo pero teniendo el cuidado de que no se me notara que yo era una marica.

¡Uy! Te juro que se nota bastante.

–Bueno, pero esa parte de poesía que vos ves como depurada en realidad es algo del inicio de travestirme. Es esconder, es sangrar por la herida. Después me empecé a comunicar de otra manera, mas guarra, más sucia, también real. Y esto lo dejé ahí.

El pudor entonces es frente a la institución poesía…

–Respeto y amo a la poesía, me gusta Marosa, me gusta Pizarnik desde mis años de suicida. Sí, me da cosa decir que hago poesía.

Además de estos versos: “Puse botellas de sol/ en mi heladera/ para calmar tu sed /sedienta de sirena…”, ¿dónde encontrás lo cursi en este libro?

–¡Ay! ¡Hija de puta! Ese poema justo les pedí que lo sacaran, porque es el colmo de lo cursi. Pero después me convencieron, lo dejé porque este libro en realidad representa ese momento de mi historia. Iba a corregir cada poema y al final lo único que hice fue cortar un poco. Pensé, si corrijo ya no van a ser los mismos poemas. Y no tiene mucho sentido, la idea es que se vea cómo estaba pensando y expresando en ese momento.

Diríamos que prima el respeto a la zona testimonial que representan estos poemas.

–Puede ser..

Cuando hablo de la traición como marca de estilo me refiero también a ese deschave siempre desopilante del tipo que se acuesta con la trava y luego va a comer con su familia. Convertís el cuarto oscuro de la prostitución en un saber muy específico.

–No es un saber de la prostitución. Jamás viví de la prostitución. Me hubiera muerto de hambre.

Tenés razón, solo en un poema hacés referencia a los billetes…

–Son poemas de un chico que se acuesta con hombres, también podrían ser de una trava, por supuesto. A ver cómo te explico. La primera vez que me acosté con un chongo, yo ya me veía con el vestido de novia. Las primeras veces fue así. Vos decís, bueno, si todo estuvo bien, si me quiere, somos novios. Y después te das cuenta de que el tipo ni en sueños pensaba en estar con vos.

Son poemas de una principiante despechada.

–Y por eso son tan cursis, son ingenuos en su resentimiento. Yo ya no pienso así.

¿Resignación? ¿Superación? ¿Militancia contra el amor romántico?

–No es que porque no puedo no quiero. No me interesa. No puedo pensar ya en términos de engaño o de confianza. ¿Para qué quiero confiar? Y no porque me vayan a traicionar, sino porque no me interesa fundar una relación en eso. Prefiero estar bien en el momento en que estoy bien. Tengo muchas amigas con sus parejas y sus sufrimientos y sus descubrimientos y sus engaños y sus decepciones y yo pienso, qué tortura, ¿por qué queremos vivir esto?

Volviendo a una pregunta anterior. Me parece ahora que muchas veces donde leí prostitución en tus textos es algo que agregué yo…

–Mirá, me pasa en la calle. Cuando ven una trava se entiende que hay que pagar o que le tenés que comprar o vender merca. Yo ya no tomo, pero la merca está asociada a la travesti. Hay chicos con los que me acosté que cuando se fueron me dejaron plata, ok. Ellos entienden que hay que pagar. Pero yo, te soy sincera, nunca me acosté con alguien que no me generara un deseo. Una vez le pregunté a una amiga que vivía en una pensión en el cuarto al lado mío y yo la veía entrar con cada cosa, que le dije, ¡¿cómo hacés?! Y ella me lo dijo clarito, a mí el billete me para la pija. Bueno, a mí no.

No todo es sexo, en este libro. Aparecen los abuelos.

–Ellos fueron muy importantes para mí. Vivían cerca de casa y el jardín de mis abuelos era un mundo donde podía ser quien era durante horas, jugando con flores con hojas que iban convirtiéndose en personajes… La escalera era la escalera del palacio y ahí bajaba yo, hecha una reina con mi traje de hojas arrancadas…

Los poemas de Naty, ni le pregunto si está de acuerdo, porque seguro sabrá cómo hacerme ver que estoy equivocada, son ideales para regalar el día de la madre. Que las madres aprendan, que oigan lo que los hijos siempre están rumiando en la pieza de al lado. La maternidad aparece en el reproche, en el origen y en el culo. “Si fuera mujer tendría mil hijos, maleducados, y rebeldes malhablados/ alimentados por su odio contra mí…/ alimentados por su odio eterno”, dice en uno de ellos mientras en el que abre la serie nos recibe con un lamento en tercera persona: “El Yoni a la Elba le llega de noche/ pasado de alcohol pasado de drogas./ Y baja de un coche De Amerika disco reviente y relajo. Su madre le cose le cose la cola Le cose la cola con hilo sisal le cose la cola coser y cantar.” Que las madres aprendan, que oigan lo que los hijos siempre están rumiando en la pieza de al lado. Y disfruten de los poemas de una trava cursi, antes de que se haga de noche sin luna.

SUPLEMENTO SOY/PAGINA 12

Sublimando se conoce gente, por Walter Lezcano

La escritora, performer y diseñadora acaba de publicar su tercer libro, “Poesía recuperada”, que contiene poemas de distintos años, reorganizados de forma caótica. Reniega de la etiqueta “literatura de género” y cree que sus poemas son directos en la misma medida en que puede serlo la vida: “Lo más importante es el contenido, no la belleza con la que está hecho o la perfección de la forma o la musicalidad”.

Un niño que juega solo, durante horas interminables de una soledad apasionante, en el campo grande y verde de sus abuelos. Imagina una vida diferente y maravillosa que esté a la altura de sus deseos. Ese mismo niño será una escritora reconocida. Se llamará Naty Menstrual y explicará de dónde proviene su vínculo con la creación literaria: “Creo que mi relación con la literatura tiene que ver con la necesidad de armarme un mundo de fantasía para entretenerme, porque sé que soy algo que no puede ser. Yo vivía en secreto muchas cosas: inventaba historias, mentiras, que tenía novios. Eran cosas que vos no podías hacer en la realidad porque eras un putito chiquito que sabía que estaba mal eso para la sociedad. Me regalaban un autito, una camioneta, y siempre recuerdo que yo lo usaba para mandarme la novela, el rapto, el melodrama. Me desahogaba de la realidad. Era un acto de supervivencia”.

Ahora, la escritora, performer y diseñadora Naty Menstrual acaba de publicar su tercer libro: Poesía recuperada (Zindo & Gafuri), una obra que contiene poemas de distintos años y que fueron reorganizados de forma caótica. La cronología es una tiranía a la que Naty no le rinde ningún tributo. Cuenta una mañana en un bar de San Telmo donde a veces da talleres literarios: “Yo tenía un archivo donde metía las poesías, después seleccioné las que me interesaban y surgió la posibilidad de publicarlas. Era una poesía casi escondida, porque me daba cosa. Yo a la poesía le tengo mucho… me gusta la poesía, pero a su vez me gustan pocos poetas. De todas maneras le tengo un gran respeto a la poesía”.

Dice en Amante madre: “Putas hijas de puta/ me dejan sola/ en manos de los medicamentos/ en manos de los asesinos seriales/ que son los médicos”. Esta Poesía recuperada forma parte del amplio registro de intereses que transita Naty Menstrual y se pueden leer en relación con Continuadísimo (Eterna Cadencia) y Batido de trolo (Milena Caserola), sus textos anteriores. Los poemas de este libro son directos como sólo puede serlo la vida: “Lo más importante es el contenido, lo que querés decir, no la belleza con la que está hecho o la perfección de la forma o la musicalidad”. Parecen espontáneos, pero logran crear un espacio único que ya le pertenece a ella, y al que llegó cuando su vida dio un vuelco: “No es sencillo escribir. Quizás era sencillo cuando yo necesitaba expulsar algo que me pasaba o que veía. Ahí fue cuando me empecé a travestir. Antes escribía de otra forma, me cuidaba de todo, de que no se dieran cuenta de que yo era marica. Si bien era truculenta y bastante negra, en lo que escribía tenía cierto cuidado. El cambio total fue cuando empecé a travestirme, a vivir un mundo que no había vivido antes y que no podía creer que existiera. Pasaban cosas increíbles. Me refiero al mundo de la escritura: nunca hice la calle, ni tuve muchas amigas travestis. Hay gente que me pregunta: ‘¿Esto pasó de verdad?’ Sí, pasó de verdad”.

Con una ética de escritura férrea e impredecible, Naty Menstrual cuenta que en su infancia no había muchos libros alrededor, salvo una biblioteca llena de Corín Tellado: “La mayoría de los periodistas tenían el empeño de que yo era una gran lectora, una mujer muy preparada, y nada que ver”. De todas maneras, la publicación de Poesía recuperada la reencuentra con su primer amor: “Lo primero que escribí fue poesía. En muchos casos se empieza a escribir poesía porque, si bien la poesía no es lo más fácil, sirve cuando uno quiere expresar esos momentos de tristeza, de dolor, de pesadumbre. Yo no decido escribir poesía, me sale, surge. En la adolescencia la poesía es la cosa desgarrada. Encima siendo gay, viviéndolo como un problema, sabiendo que te gustan todos tus compañeros de colegio y que no podés decir nada… era una mierda. Yo no era la maricona del barrio. Es fuerte, cuando lo empezás a pensar y a recordar es fuerte. Hay un texto, La triste soledad del niño puto, que es verdad porque yo pasaba muchas horas en el campo de unos abuelos y pasaba horas en ese mundo maravilloso. Era un mambo muy particular, yo no quería otra cosa. Ahí empieza mi relación con la literatura, sin escribir, imaginando todo, y me ayudó en muchos momentos de mi vida a sublimar un montón.”

Luego de mostrar sus textos en su propio blog salió Continuadísimo, un libro de cuentos que tuvo su repercusión por mostrar un territorio que no todos conocían, y que con su viaje personal sigue en Poesía recuperada. Pero Naty no quiere ninguna etiqueta: “Con mi primer libro me compararon con gente que yo no había leído, porque la gente no puede evitar las comparaciones. Lo que pasa es que en realidad muchos vivimos lo mismo. Es posible que dos personas distintas pinten parecido, por ejemplo, sin haber tenido recorridos para nada parecidos. Sucede que esas cuestiones de mis cuentos son planteos humanos, de todos los seres en general, nada raro”. Más allá de esto, la lectura que circuló alrededor de ella la condenó al cerco de literatura de género, ¿podía ser de otro modo?: “El tema de leer desde el género es un error porque el género lo tenemos todos. Borges también escribía literatura de género. Ahora parece que las travas y las tortas tenemos género. Lo que yo hago no es ‘literatura de género’ sino sobre la vida, sobre cosas que le pasan a cualquiera. Por eso creo que lo que hago les gusta a las mujeres grandes. Creo que mis historias son las vidas que usás para contar algo que le puede pasar a cualquiera. Hay cosas que pasan más en el mundo travesti, sí. Pero no siempre se ve sólo eso en lo que escribo”.

 

CULTURA/ PAGINA 12

Mil retazos mil amores, por Josefina Fonseca

                     “Quisiera escribir tan profundo/ tan hondo/ tan prohibido”.

Hay un collage de texturas que podrían ser retazos de animal print o líneas que formaran una huella dactilar. En el centro, adivinados entre recortes negros, los rasgos finos de una mujer. ¿Una mujer con barba de cebra? La ilustración de tapa de Poesía recuperada (2016) de Naty Menstrual advierte algo de lo que es: una recopilación de casi cincuenta poemas concebidos antes y después del nacimiento “travatrash” de Naty; una unión de fragmentos en choque, completamente conciliados entre sí.

“Otros años otras palabras/ otras bocas otros cuerpos otra mirada/ la misma sangre” aclara el epígrafe del poemario, en el que pronto se dimensiona que cualquier intento de definición de la autora llevará al fracaso. Para quien pregunte quién es, dirá: “Soy hombre soy mujer soy clítoris y glande soy Mr. Hyde y Frankestein un cielo nublado y mil estrellas un cielo azul y una feroz tormenta (…) soy lo que quiera ser a la hora que sea”. Y para quien no lo entienda, pedirá: “Que nadie me odie/ que ya me basta a mí/ con mi tortura/ interna”. Será amor lo que pida alguna vez, pero jamás clemencia: conoce la inexistencia de dios, y tal vez por eso en sus versos haya tantos ecos de soledad.

Lo que estos poemas recuperan es la marca del momento en el que fueron escritos, atravesados siempre por la ferocidad de la urgencia. Un urgencia que a veces denuncia hipocresía: “Pobre tu mujer pobres tu hijos/ viviendo en un mundo de mentira/ y yo gimiendo”; que otras veces es capaz de transformarse en fulgores de suavidad: “Puse botellas de sol/ en mi heladera/ para calmar/ tu sed sedienta/ de sirena”, o de reconstruir con aromas un recuerdo, como quien necesita volver a un lugar de protección: “El olorcito a coches/ en el portón/ donde el abuelo/ nos subía/ y jugábamos carreras/ primero eligiendo el modelo/ uno elegía Citroën/ otro elegía Peugeot (…) y qué podía importarnos/ si el olor sopa…/ llegaba hasta el cielo”.

Poesía recuperada reúne con honestidad los estados de ánimo y los registros poéticos de Naty Menstrual, quien repite “Hay días que quiero morirme” veintisiete veces en un poema y después resalta, en mayúsculas: “HAY DÍAS QUE NO”. Y en ese tironeo casi constante se hilvana no solo su personalísima manera de habitar, sino también algo parecido a un deseo de trascender: “Reencarnarme/ En polvo de tierra/ En polvo de mierda/ En polvo de putas…/ De putas sí…/ En suave y etéreo polvo…/ De putas sí…/ Para darles fuerza”.

Josefina Fonseca 

Naty Menstrual

 

Es poeta, escritora, performer y artista plástica nacida en Buenos Aires en 1975.                                           

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