enfrentar al muerto

Carolina Bartalini

 

 

Buenos Aires - 2018

66 páginas / 14 x 20

ISBN 978-987-3760-82-2

… … … .
Queda a veces
un teléfono sonando
y algunos mensajes
en el contestador
la línea
a tu nombre
requiere un código
pero
siguen llamando
y preguntan por vos
no hay modo de
explicar de forma
agradable
la situación
es preciso
dar de baja
el servicio
o inventar historias
que te mudaste a Perú
que fuiste al mercado
que te fugaste con tu amante
que no querés atender
a nadie
o bien
que te moriste una noche
desangrada en el geriátrico
es preciso
eventualmente
dar de baja
el servicio
PRESENTACION, por Mariano Massone
Existe un resto de lo nombrado. Existe una impenetrabilidad de los cuerpos donde su esencia (si es que existe) no puede ser apresada de manera total y conclusiva. Héctor Libertella le llamaba la patografía: ir siempre más allá de las palabras, dibujar las pasiones, como si se pudiese escribir con la propia sangre. “La sangre está acá” replica Caro en su libro Enfrentar el muerto. “Debería/ decirle/ sin embargo/ lo imposible”. Quizás aquí se renueve una fe ancestral: tirarle un poco de vino a la tierra como ofrenda a la Pacha mama o, quizás, escuchar las voces del contestador (casi escribir con sangre). Ese registro sonoro del otro, actuación sobre la marcación del timbre.

¿De quién son las cosas de un ausente? ¿Cómo se constituye “la gramática de la propiedad” cuando el otro ni siquiera puede nombrar? Se besa el cuerpo frío, la sangre congelada y fuera de circulación. Las cosas convocan recuerdos, son una provocación a su forma de nombrarlas. De nuevo lo inaccesible, el resto, la separación enigmática y descentrada, fracturada, entre lo que se dice y lo que es. Es decir, los libros, la lectura sobre ellos, y las marcas de lectura en ellos.

“Escribir la lectura” de Roland Barthes nos demostró cómo proceder ante la lectura ralentada de Sarrasine de Honore de Balzac en su libro S/Z:  Esas marcas que se dejan en los libros y que son enigmas incompletos de un posar los ojos sobre las hojas. “Nada de tinta/ jamás” dice Caro. El respeto al libro en su lectura de lápiz y no de lapicera. Otra forma de mostrar el respeto a los objetos. Patografías, diría Héctor: escribir con el cuerpo y leer con el lápiz.

El lenguaje, de este modo, es una experiencia de la pérdida El decir ahueca algo al abismo (¿las cosas, tal vez?). La “desaparición” es el sonido de un cuerpo que no está ahí, el espacio vacío. Decir “tengo” es entrar en el espacio inabordable de la propiedad, dejar el expresar sinuoso, el rodeo del lenguaje. No tengo nada. Todo lo sólido se desvanece en el aire. Y el beso en el cuerpo frío como la forma de enfrentar el muerto.

TEXTO LEIDO en la presentación del libro, en La Sede, el viernes 13/7 del 2018. 

Selección de poemas, por Gustavo Yuste para La primera piedra
Intercalando poemas breves con otros más extensos, Carolina Bartalini logra en su libro Enfrentar al muerto (Zindo & Gafuri, 2018), tratar con delicadeza y potencia la cuestión del duelo. Sin golpes bajos ni efectistas, la autora elige mostrar distintas escenas que integran la pérdida de un ser cercano, al mismo tiempo que no tiene miedo en ser tajante a la hora de pensar los vínculos afectivos y la función de la poesía en esos contextos. A continuación, 5 poemas del libro. 

1 –

Poder decir tengo
como si fuera solamente
un verbo, una palabra, un sonido
y no la sustancia misma
de un abismo
léxico

2 –

Darme cuenta
que nunca volverá
a sonar tu nombre
o más bien
que podré decirlo
una y mil veces
pero
no ya
decírtelo
invocar el sonido
que eras y no eras vos

me resisto a coser un manto
para tu cofre
sé que ahí
adentro
hay gusanos
que te comen

no quiero depositar
ni cobijar
nada de tu desaparición

Toda poesía es duelo
incluso el de una misma

3 –

Queda a veces
un teléfono sonando
y algunos mensajes
en el contestador

la línea a tu nombre
requiere un código
pero
siguen llamando
y preguntan por vos
no hay modo de
explicar de forma
agradable la situación

es preciso
dar de baja
el servicio

o inventar hitorias
que te mudaste a Perú
que fuiste al mercado
que te fugaste con tu amante
que no querés atender
a nadie
o bien
que te moriste una noche
desangrada en el geriátrico

es preciso
eventualmente
dar de baja
el servicio

4 –

Le digo ‘descansá’
y quiero decir que descanse
que duerma
que respire
que vea espacios
distintos
una casa con flores
un sillón de mimbre
un bidet azul

Quiero decir
‘descansá’
como una orden
‘soltá’
como un presagio
‘andá’
como un destino

Pero solo pronuncio
respiro al oído
te quiero, portate bien

Debería
decirle
sin embargo
lo imposible.

5 –

Hay que dejar
de escribir
cuando crujen
los huesos
los cielos

cuando
el poema
quiera
decir
al fin
adiós

en LA PRIMERA PIEDRA/sept 2018

“Desafío a lo imposible”, por Felipe Benegas Lynch para Boca de Sapo

Envejecer es difícil. Esa parece ser la premisa de la que parte Enfrentar al muerto. Y es una premisa aceptada y aprendida con dolor.

El muerto no es el resto físico de quien ya no está; el muerto son las palabras, los gestos, los objetos, la memoria: todo aquello que se iba volviendo resto en el proceso de envejecer. De alguna manera envecejer es volverse resto y de a poco empezar a no ser en un mundo que se va desmoronando a fuerza de internaciones, geriátricos y camas extrañas:

No importa ya

en qué momento

el cuerpo se vuelve resto

o tal vez el resto

sea

no el cuerpo

no la carne

sino

todo eso

que queda

o solo eso

que queda

lo que atraviesa

las leyes físicas

las leyes químicas

las leyes cuánticas

de la impenetrabilidad

de los cuerpos (46)

Enfrentar al muerto es una forma de enfrentar al lenguaje de la muerte, “lo imposible” (38) de decir. Y sin embargo decimos y tratamos de nombrar eso que escapa.

“Toda poesía es duelo” reza el epígrafe del texto. Bartalini despliega amorosamente los restos del duelo de una muerte cercana que perdura y se resignifica en las palabras. Como la bailarina dentro de la botella de Ginebra Bols, que “giró ayer en la tarde cuando buscaba algo entre mis cajas y tus cajas” (31), el lenguaje poético habilita un movimiento inesperado en las palabras que desafía esas leyes “físicas, químicas, cuánticas”.

Ahí donde las “cajas” se confunden, el duelo es también un desafío a lo imposible: un espacio para abrazar y agradecer más allá de la distancia.

Enfrentar al muerto, de Carolina Bartalini. Buenos Aires, Zindo & Gafuri, 2018, 66 páginas.

RESEÑAS BOCA DE SAPO, noviembre 2018

Carolina Bartalini
Nació en Buenos Aires en 1984. Publicó La niña en 2016, su primer libro de ficción. El mismo año editó la compilación de ensayos Escribir Levrero. Intervenciones sobre Jorge Mario Varlotta Levrero (Eduntref), un volumen colectivo sobre la obra del escritor uruguayo.

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