En 2015, actualidad, Juliana Bonacci, de la mano de Zindo y Gafuri, puso al alcance de cualquiera un poemario dedicado a Luisa, su abuela. Y lo llamó Herbario, desplegando desde el título nociones y acepciones apoyadas en la nomeclatura popular y académica de miles de especies amorosas, milenarias, que -aunque ustedes no lo crean- nos rodean; y las dejó enlazadas por el hilo dorado de sus aplicaciones.

Al abrirlo podemos encontrar lo que yo llamaría un logosario,es decir, un libro cuyas flores y frutos aparecen combinados en forma de recetas sobre la parte superior de cada hoja, mientras que debajo, a la altura de la raíz, juega la prosa exquisita y permeable que los nutre de esa sabiduría ancestral, visible sobre todo para poetas y nietas.

El Trifolium Pratense es una famosa hierba de hojas trifolioladas y florecillas rojas, rosadas, blancas o amarillas. Si miro hacia abajo veo que crecen sin problema (cerca de las ortigas, del diente de león, o de las minúsculas verónicas) en cualquier superficie. Después de comer los de flor blanca uno se siente más cerca de la tierra y del sol.”

Uso esta cita para graficar la forma en que Juliana nos invita a mirar y me parece tan preciosa que no puedo evitar salir al parque a sentirme verdadera. Y cuando digo logos quiero decir que, “en el principio”, la palabra como herramienta divina consistía en eso.

Ella escribe versos que resultan medicina. Ir leyendo este Herbario constituye un proceso que implica sanación y dura exactamente 32 poemas, cada cual con su glosario.

En ellos, por ejemplo…

“Se aconseja dormir sobre un

colchón de suaves manzanillas

para volver a enamorarse”

O se explica también, entre paréntesis, que…

“(Donde hay olor hay un agente químico natural

compuesto por átomos que vibran en determinada frecuencia

y llevan igual que yo una vida pequeñita.

¿Y donde hay dolor?)”

Pero lo que viene al caso es que la autora sintetiza la visión elemental de la poesía a la vez que amplía nuestra misteriosa cosmovisión occidental incluso en cada acento, en cada coma.

Los lectores merecen este libro desde tiempo inmemorial.