la edad de merecer

Berta García Faet

Buenos Aires - 2018

124 páginas, 21 x 14

ISBN: 978-987-3760-89-1

DAÑO Nº 18

Creer que estás embarazada

Querer sexo (querer que quieran sexo
contigo) pero pasar el viernes sola

Ponerte en el pellejo de la hermana de Celan
que nunca apareció

Ver llorar a un anciano
que ha visto un reportaje en la televisión pública
sobre el abandono de ancianos; su triste párpado
de repente
chasquea

Ir al ginecólogo y decir
creo que estoy embarazada

Desmayarte de nervios y dolor; el doctor te hipnotiza
con su insulto feroz: “no sé por qué, querida,
te duele tanto este dilatador: es
para vírgenes”

Decirle a tu madre
he ido al ginecólogo
porque creía que estaba embarazada

Ah, ¿ya mantenéis relaciones sexuales completas?
Y sin precauciones, estoy decepcionada

Ver que tu madre está decepcionada, tu
madre está
decepcionada

Ponerte en el pellejo de Celan
que jamás encontró a su hermana
imaginaria

Ponerte en el pellejo de Gisèle porque
Celan intentó estrangularla porque
jamás encontró a su hermana
imaginaria

Querer gustarle pero él te dice
si quieres vamos a mi cuarto o a tu cuarto

Lleváis apenas 10 minutos
con los besos no te fías
de él

Querer sexo pero no fiarse

Ah, ¿pero querías algo auténtico?
Y sin precauciones, estoy decepcionado

Me dijiste que tenías el corazón atado
al tobillo

Lo siento lo solté un momento me dormí
y se me escapó

Es un desobediente
Muy mal muy mal pídele perdón al chico

Perdón

chico

 

Todo tanteo es tanteo a ciegas, por Pilar Torres.

Reseña sobre LA EDAD DE MERECER (La Bella Varsovia, 2015).

La edad de construir, de merecer, es una expresión que siempre parece algo del futuro cuando eres joven. Un momento que aún tiene que llegar, porque todavía las heridas dejan huellas blanquecinas en la piel. Ya se conocen los cuerpos desnudos, la contradicción teje con los hilos de las expectativas un tapiz decepcionante. Los recuerdos están calientes, manchan los días pero ya son habitantes del pasado.

Crecer son dientes (que crecen)” dice Berta García Faet (1988). En La edad de merecer la intimidad es una experiencia que se recita bajito, como una oración capaz de resucitar los recuerdos. El sexo y sus miedos, el paso del tiempo y la música que se transforma en poesía son paradas de este recorrido por la madurez, un viaje lleno de tanta desesperación como la de Ingrid Bergmanintentando escapar de Strómboli.

Y, en la cima de todos estos miedos y errores que construyen los cuerpos, como la caldera del volcán, está el amor. La última parte del libro condensa las palabras de amor que se guardan para cuando todo ha acabado, una correspondencia que recupera el desnudo sentimental de las cartas románticas del XVIII y XIX. Aquí “toda educación sentimental es básicamente lingüística“, se ama al otro porque se puede recitar su lengua, se aceptan los nuevos papeles en un hogar nuevo. Poemas que desvelan la intimidad de cada tarde de recuerdos, que recuperan otros tiempos con una sinceridad limpia, cuando lo perfecto podría desbancar a lo imperfecto.

En la La edad de merecer los poemas son pájaros que emprenden un vuelo hecho de ligereza y aires de otros tiempos. Un libro capaz de llenar la lectura de una brisa fresca, donde los temas más clásicos se mezclan con una visión y un discurso propio de la poesía joven, pero esta vez sin que los rasgos impostados sean los que dirigen la escena. Un libro para disfrutar de la ardua tarea de crecer, que mancha de sangre y garabatos las estanterías de La Buena Vida.

Articulo publicado en https://labuenavidaweb.wordpress.com/2015/07/01/la-edad-de-merecer/

Trabajo honesto con el lenguaje: Una conversación con Berta García Faet, por Kelsi Vanada para THE RUMPUS

Durante dos años, Berta García Faet y yo trabajamos juntas y nos hicimos amigas sin conocernos en persona hasta principios de este año, cuando viví en España por un corto periodo. Mientras yo traducía al inglés su quinto libro de poesía La edad de merecer[The Eligible Age] como mi tesis de la maestría de Traducción Literaria de la Universidad de Iowa, la mayor parte de nuestra correspondencia se llevó a cabo por el Messenger de Facebook. A ambas nos emociona que la traducción, al ser el primer libro de Berta en inglés, encontrara un hogar con la editorial independiente Song Bridge Press.
Berta García Faet nació en Valencia, España, en 1988. Es parte de la Nueva Generación de escritores españoles, nacidos después de la dictadura franquista y, por tanto, está ayudando a dar forma a la nueva poesía de este país después de esta represión. En La edad de merecer, ella
confronta y subvierte las estructuras patriarcales y sociales que existen con franqueza e ingenio.
Tanto ella como su editorial de Madrid, La Bella Varsovia, han encontrado muchos seguidores por todo el mundo hispanohablante.
A principios de este año se publicó en la Bella Varsovia una colección de sus primeros poemas, Corazón tradicionalista: Poesía 2008-2011. En el 2010 ganó el prestigiado Premio de Poesía Joven “Pablo García Baena” por su libro Introducción a todo y, actualmente, cursa un doctorado en Estudios Hispánicos en la Universidad de Brown.
Durante mi proceso de traducción, Berta siempre me apoyó con calidez y gratitud. Pasó muchas horas leyendo los borradores, ofreciéndome críticas y comentarios. A continuación mostramos un poco cómo es nuestra relación de trabajo y nos sumergimos en los temas más importantes de los poemas de este libro. Hablamos desde la forma hasta todo tipo de etiquetas de género (no sólo el literario) pasando por el humor, las rupturas y la pregunta de la identificación entre poeta y lector.

***
The Rumpus: El título original de este libro, La edad de merecer, me parece perfecto. Y de hecho supuso para mí el mayor rompecabezas de la traducción, ya que es una expresión idiomática, además en desuso. Me contaste una vez que es algo que una abuela española le podría decir a su nieta cuando ésta llega a la pubertad. ¿Qué significa esta expresión entonces, y cómo atañe a los poemas del libro?
Berta García Faet: “Estar en la edad de merecer” es una expresión idiomática que se refiere al momento en el que las niñas pasan a ser chicas y ya están preparadas para las relaciones románticas, para buscar marido. Es una expresión anclada en una ideología muy concreta, la que vincula el valor de las niñas-chicas con su disponibilidad para lo amoroso, lo romántico, lo marital, lo reproductivo. Hay una interesante elipsis, la de “qué es lo que merecemos ahora exactamente”: ¿de qué somos dignas ahora, se supone? ¿De algo específico, como el honor de que hablen por fin de nosotras, o como el honor de tener protagonismo social? ¿O de algo más abstracto: nos volvemos dignas y valiosas en general? El título alude pues a una metáfora ideológica, digamos, conservadora, y es un título autoirónico, porque a la vez que soy consciente de todas implicaciones, el leitmotiv de este libro es justamente el amor romántico. Pero diría que es el amor romántico siendo regurgitado por un yo lírico que, a medida que crece en edad, crece en consciencia crítica, política, ética. Empecé a
tener consciencia de género más o menos cuando comencé a escribir este libro, así que una manera de pensarlo es como una exploración íntima, hiperconsciente, quizás dramática, sobre qué significa pasar de niña a chica y, más en general, qué significa ser mujer. O hacerse mujer. En el sentido de crecer, y en el sentido que indicó Simone de Beauvoir.

Rumpus: Siempre me ha encantado que, en español, género (literario) y género (sexual) comparten palabra. Y este es un libro que se siente multi-género y multi-forma: escribes de todo, desde lo que parecen ser poemas autobiográficos en prosa hasta poemas con forma de lista, pasando por poemas con largas notas al pie, y hasta una reescritura de los Corintios (1 13), el famoso capítulo de la Biblia sobre el amor. ¿Qué te guía a la hora de encontrar la forma
apropiada para cada poema?
García Faet: Es una pregunta muy interesante. Es bonito pensar que para un poema más o menos preexistente en mi cabeza existe en algún lugar, agazapada, su forma perfecta; pienso en Miguel Ángel descubriendo su escultura en la roca, como si ya estuviera ahí dentro, esperando un cincelado. La verdad es que no tengo ni idea. Puedo tener una idea vaga antes de escribir el poema sobre cómo va a ser, pero al final es algo que se decide en el proceso.

Rumpus: En su epílogo a la traducción del libro, el poeta y editor Unai Velasco escribe que conlleva “una crítica contra quienes rechazan la emoción como motor primero del texto y contra quienes asocian ese ideal a las formas de creación y percepción femeninas”. ¿Cómo interactúan género y emoción en estos poemas?
García Faet: Bueno, el género en este libro es fundamental. Como decía antes, refleja una evolución personal, y también literaria, sobre una especie de autoanálisis profundo y a veces despiadado, doloroso. Lo que me interesa de lo que dice Unai es la posibilidad de reapropiarnos, adrede, del estereotipo. Pensemos en el gesto de reapropiación de muchos estereotipos gay. El gay hombre es, se supone, afeminado, elegante, histriónico, sensible, etc. Una manera de
rechazar el estereotipo es demostrando enfáticamente que uno es exactamente lo contrario: un verdadero macho. Otra manera es ignorar el estereotipo y vivir la identidad de uno lo más libre y espontáneamente posible. Otra manera es decir: “pues sí, soy afeminado, elegante, histriónico,
sensible, y todo lo que decís que soy. Y lo voy a seguir siendo, pero de manera diferente a lo que esperáis. Voy a bordear el estereotipo, voy anidar la frontera.” Una especie de agitar las preconcepciones. Pienso en la emocionalidad femenina en términos similares. Ante el estereotipo de que la poesía femenina es romanticona, confesional, interesada en el cuerpo, el amor, etc., poetas como Ángela Segovia deliberadamente hacen de esos leitmotiv un vacío, un silencio defensivo. Se niegan a hablar de lo que se supone que deben hablar. Es una opción maravillosa. En mi caso pienso mucho en cómo lograr combinar eso, el “que os den, nunca podréis clasificarme ni entenderme porque descoloco vuestras expectativas más básicas”, con el “ok, si queréis que sea romántica y hable de mi cuerpo, lo voy a hacer, pero lo voy a hacer tan radicalmente, tan extremadamente, que no me vais a poder atrapar”. Así que sí, básicamente me reapropio del estereotipo de “mujer lírica”

Rumpus: No estoy segura de si alguna vez te conté esto, pero mientras estaba traduciendo los poemas de la última sección, “Estuve muy enamorada de Camil C. Stíngă”, que está compuesto por tres “epístolas” dirigidas a una ex-pareja tuya, hacía poco tiempo que yo misma había pasado por una ruptura. En ese momento era una mujer muy triste, y se sintió GENIAL traducir estos poemas, tener intimidad con ellos, porque su tristeza y rabia y sarcasmo eran justo lo que yoestaba sintiendo. Así que bueno, supongo que mi pregunta es: ¿qué opinas sobre la idea de “sentirse identificado o identificada”? Antes solía rezongar para mis adentros cuando en la universidad algunos compañeros decían que la razón principal por la cual les gustaba un libro era porque se podían sentir identificados con él. Pero ¿hay algo interesante ahí?
García Faet: Es increíblemente bello lo que dices y me da muchísima felicidad esa relatability. Puede sonar naif, pero para mí es fundamental. Es una relatability que no es sólo psicológica, biográfica, sino también existencial y estética. Por muy inteligente e ingenioso y brillante que sea un libro, para emocionarme, para conmocionarme, necesito algo más, que no sé cómo llamar, quizás simplemente complicidad, vida. Y en el fondo es lo que busco también a la hora de
escribir.

Rumpus: Y ahora quizás una pregunta relacionada: ¿qué te parece la “Nueva Sinceridad”? Y, ya que estamos con las etiquetas literarias, ¿hay otras que reivindiques o rechaces? Pienso por ejemplo en la poesía confesional.
García Faet: Sincero o no, confesional o no, me parece una dicotomía bastante absurda. Porque la literatura es vida y al revés. Si un texto es o no sincero y confesional es, ante todo, producto de un trabajo estético. En otras palabras, es un estilo, y no una verdad biográfica. A mí me gusta pensar más en términos de honestidad, de trabajo honesto con el lenguaje.

 

Rumpus: Eso me gusta mucho. Pienso que mucha de la fuerza (o tal vez honestidad) de tu escritura viene a través del humor y la ironía. ¡Estos son los dos aspectos de tu lenguaje que disfruté más en mi trabajo de traducción! Por ejemplo, versos como “señores y señores de la Real Academia / de la Lengua Española” o “ambos por desgracia hemos besado a gente francesa y sabemos lo que es eso”. Siempre he querido ser una escritora graciosa, pero el humor me
parece muy difícil de usar bien. ¿Cómo ves tú el humor y la ironía? ¿Y siempre has sido una escritora graciosa? ¿O es algo que tuviste que ir desarrollando?
García Faet: Jajajajaja… Me encanta esta pregunta. Me encanta el humor. Admiro a muchos stand-up comedians y pienso sinceramente que son geniuses. En mi caso la veta humorística es algo que no puedo evitar, me gusta mucho reírme. Cuando me pongo solemne también hay risa porque hay autoironía. Es un problema esto de ser tan self-conscious.

Rumpus: Cuando The Eligible Age estaba en su fase de borrador como mi tesis de master, Elizabeth Willis estaba en mi comité, y describió tus poemas como “lenguaje que queer-iza”. En el artículo de Saeed Jones “Queering Poetics, or ‘Werking’ It”, él lo define así: …lo queer implica ser escurridizo, subvertir las expectativas y las convenciones, ser incapaz de quedarse quieto, rechazar obedecer. Esas cualidades, al menos para mí, son la esencia de toda poesía que valga la pena leer. Respecto a tus poemas, a un nivel lingüístico, ¿estarías de acuerdo? ¿Qué relación tienen sus versos y sintaxis con la subversión?
García Faet: Me encanta esa idea. No sé si lo consigo, pero mi intención es hacer eso, retorcer el lenguaje, desfamiliarizarlo. Pero no me olvido de la otra parte de la teoría rusa de la desautomatización, que normalmente no se comenta: el lenguaje poético desfamiliariza, pero luego cambia de dirección y nos refamiliariza con el propio lenguaje y con la vida en sí, con las cosas. Quiero extrañar el lenguaje pero que luego triunfe el amor, o sea, que significante y significado se conecten mágicamente gracias al amor (esto es bastante místico y está en los Corintios que mencionabas antes), lo creo firmemente.

Rumpus: Mencionaste el amor, lo cual me recuerda a una profesora de literatura en español que tuve en la carrera. Decía que el inglés es un idioma bueno para los negocios y la negociación, mientras que el español es mejor para la poesía y el amor. Estaba generalizando, claro. Pero, siendo tú alguien que trabaja en ambas lenguas, y habiendo traducido poesía del inglés, ¿ves que el inglés y el español presenten fortalezas distintas en relación a sus capacidades poéticas? ¿O es una mala pregunta?
García Faet: Jajajajaja… No, me parece una pregunta fantástica. No sé cómo lo ves tú, siendo el inglés tu lengua materna y hablando español a un nivel proficiency. No sé si ves que hay zonas de la emoción que, a pesar de eso que mencionas, se te activan más en inglés que en español. Yo tendería a estar de acuerdo con tu profesora pero simplemente porque el español es mi lengua materna, y porque no soy bilingüe con el inglés, con el inglés tengo carencias y siempre las tendré, no puedo hacer matices, ir al detalle. Además de que se me escapan las connotaciones. En mi experiencia, como digo totalmente mediatizada por cuál de las dos es mi lengua materna, el inglés sí me resulta más estructurado, más de bloques, de categorías. Por eso traducir es una
experiencia tan impresionante y rara, ¿no?

Rumpus: Sí, sí, lo sé bien… Siempre me han fascinado las diferencias y similitudes entre ambas lenguas. Me has contado alguna vez que tus amigos anglófonos te decían que tenían muchas ganas de leerte, pero que no sabían español. ¿Tienes alguna esperanza a este respecto, qué esperas que pase, con ellos y con otros lectores anglófonos que se toparán con tu trabajo por primera vez? Sobre todo si, digamos, su conocimiento previo de la poesía española se había limitado a leer traducciones de Federico García Lorca y pocos autores más.
García Faet: Aprovecho esta entrevista para agradecerte de nuevo públicamente el tremendo trabajo que le has puesto a esta traducción, y lo preciosa y exacta e intensa que es. Ahora es tu libro también, y no creo que pueda medirse en términos de que es 50% mío y 50% tuyo, ahora este libro es nuestro, y su lenguaje es tu lenguaje también. Mis esperanzas con esta publicación son que el libro se lea, y que se pueda leer en los dos idiomas es una riqueza. Así que muchas gracias también al editor, Bill. A pesar de que vivo aquí y leo muy obsesivamente poesía norteamericana, no tengo ni idea de cuál puede ser la recepción. Tengo más o menos claro dónde “encaja” mi libro en el canon español y latinoamericano, “desde dónde” puede leerse, cuál puede ser la genealogía. No tengo claro “desde dónde” se va a leer en inglés. Es un misterio que me va a encantar ver desenvolverse.

Rumpus: Publicaste tu primer libro en 2008, cuando tenías veinte años. ¿Cómo has cambiado como escritora desde entonces, y adónde vas?
García Faet: Wow, hace diez años. Hace medio año que salió Corazón tradicionalista. Poesía 2008-2011, toda una experiencia para mí, porque fue volver a estos primeros poemas, algunos de los cuales eran hasta del 2006. Creo que en todos estos años he ido ganando como lectora, y eso inevitablemente me ha ayudado en la escritura. En el primer libro inventé personajes, así que hacía un tipo de poesía bastante teatral y narrativa. En los otros tres libros siguientes exploré
hasta donde pude con la convención lírica de poesía femenina que comentábamos antes: emotividad, subjetividad, experiencia. Sin embargo, no me canso de repetir que todas estas cualidades son decisiones estilísticas. Una cosa de la que no me di cuenta en su momento y que sí percibo ahora, es cómo era ya bastante irracionalista y sinestésica, cómo los poemas se me desbordaban por ese lado “más allá de lo semántico” y cómo, de hecho, ese lado eradeterminante. Creo que los cuatro años que separan esta primera etapa de La edad de merecer fueron fundamentales, y veo este libro como el comienzo de otra etapa diferente. A un nivel biográfico, pasar de los 20 años a los 27, que es cuando se publica La edad de merecer, es importante, son años clave.

 

THE RUMPUS-oct 2018

Berta García Faet

Nació en Valencia (España),  en 1988.  Autora  de  los  libros Los  salmos  fosforitos  (La  Bella  Varsovia,  2017),  La  edad  de  merecer (La  Bella  Varsovia,  2015 y 2017), y  otros  cuatro  poemarios,  reunidos  en  Corazón  tradicionalista:  Poesía  2008-2011  (La  Bella  Varsovia,  2017). 

La  edad  de  merecer ha  sido  traducido  al  inglés,  por  Kelsi  Vanada,  con  el  título  de  The  Eligible  Age  (Song  Bridge  Press,  2018)

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