Buenos Aires - 2015
98 páginas / 14 x 20
ISBN 978-987-3760-30-3
17:48
y sin embargo
algo los cobija
bajo el mismo manto y es la vida
son gregarias las preguntas
pero el pudor las detiene
queda el germen
resistente de una inquietud
gordas ellas
las arrancan y empieza otro relato
un cuerpo quieto
Sobre Tres rapsodias, Carlos Martín Eguía
La realidad puede ser lo que quiera pero su funcionamiento siempre empieza ante nosotros cuando despertamos, cuando el fluido del sueño se escurre y la percepción hace posible el entramado de luz y sombra que alza ese mundo que percibimos, la vista le entró a las cosas, podemos decir, así como también otra manera de ingresarle a la problemática de nuestro tiempo es poética, la voz de Mauro dice:
voluntad
entonces, todos los elementos dispersos integrando series
superpuestas
y sin embargo sin presentimiento de convergencia
y ahí comienza la travesía de este libro compuesto por tres rapsodias, tres ensambles, tres formas de estar ido de las certezas, o si se prefiere voluntad de estar ido del conformismo para enfrentar el riesgo de comenzar a encarar la resistencia de la página en blanco, explorar su abismo dejando una estela musical, estar ido produciendo sonidos que se articulan sobre el vacío impasible y la inconmensurabilidad, si se quiere y sin ánimo de exagerar, del universo, es fantástico que ante ese contexto de pronto se pueda entonar:
como la mariposa descendiendo
sobre el acto del mundo hacerse
de grácil actitud
anunciando leve la carencia
así, preguntarse dirigiendo cierta inflexión
no en lo dicho
ni antes
en el instante ya que reclamaste el pensamiento
y ese exterior indiferente de la página blanca, casi aniquilante, comienza a ser vulnerado
por lo que el poeta nombra fragmentos de resistencia, y pronto un coro de objetos se alza sobre la nada, invade ese infierno blanco:
toda cosa es una idea que acecha y yo
León, que no me puedo dar al pensar tuyo esta tarde
porque no hay suficiente jarrón
mesa o deseo
sólo nariz de Aída, pugno igual
para que sigas el ritmo de lo que digo
ante el desaire que hace la indiferencia del mundo Mauro mantiene la apuesta de estar ido en el espacio interior para ir ganando terreno, desplazando ese otro espacio que de por sí no tiene ninguna gracia, proyectando en él la música de su invención:
en tránsito a la idea, absorto por el modo en que la geografía te habita
siempre el mismo darse como organización de lo ajeno
una micro esfera se va expandiendo, recrea el ámbito de proximidad ante el abismo que hace escarnio:
intuición siempre provisoria de centros y aquellos
otros destinos donde la idea se posa
y mira, ¿ será
la cereza perspectiva en la mañana
cuando Aída baila
baila y camina mientras limpia?
La partitura de la creación va desplegando un coro de voces, la cereza mayor, la cereza joven, el jarrón, el elefante, mu, Aída, León, la travesía iniciada se sigue abriendo camino, no ceja, borbotea, ondea, la reflexión poética se va ganando su lugar en el espacio próximo, incluso desbarata una dirección fijada para campear el absurdo:
podrá la imagen alejarse suspender toda valencia
pero no abandonar el alojo que requiere
mu
cualquier nombre, idea
fantasma vacío al que acuden
los hechos, piensas
y dices: “pues yo soy León
y esto no es lo que siento”
cuando queremos acordarnos de nuestra situación de lectores y mirarnos un poco desde afuera es tarde, no queremos abandonar porque estamos oyendo música en el campo, en la planicie abierta, el ritmo se potenció y la sonoridad replantea lo comunicable, se torna por momentos escéptica, con poder crítico de la realidad:
tienen razón por eso gobiernan:
absorben lo que hay
de voluptuoso en el mar
de ancho en un camión
hay leyes porque
cada cosa es ya
excesiva
en su lujosa entidad
la vaca que te empuja
con la arrogancia de un familiar
y algo demanda
¿ qué esperaba de la sociedad que mantenían?
El dinamismo del proceso asociativo de una caminata mental por el campo nos lleva a continuar sintonizando con el modo de eslabonar la música verbal con las imágenes, tanto lo pasional como la idea van organizando nuestro pasaje
alguien se saca la remera
y transpira
y la tráquea le pesa
se acuesta al sol
a entrever su disolución
sueña que es devorado por el llano
o mejor
se alza
se rasca
y se va
lo seguimos, sin intuir que lo que viene, Diario de la loma, Papeles del abandono, diseño de viaje y recorrido, respectivamente, de un trazado arrancado al abismo por San Rebosio, es el acento de una presencia que conjuga diferentes registros, visual, intelectual, imaginativo, a la vez que trasmuta lo intransitable, el desarraigo de la vida, haciendo posible el movimiento, a pesar de todo, aunque nada tenga cura, poder poner el cuerpo en el espacio y habitarlo, ya es algo
si vienen es porque conocen
el proyecto de perder
y van por el reencuentro, claro
lo dijeron, por eso
la aserción talló la creencia y es posible
que ni una intervención los regrese, quizás
intentar sea esto
que están haciendo
ahora que llegan y abandonan
el esfuerzo de traerse
entrar en ese espacio desierto de la página en blanco como si fuera el cosmos helado, o sin ir tan lejos, el océano, sin rastro, estar ido, perdido, escribir y así ir siendo el que se va delimitando un nuevo espacio habitable, es una tarea poética increíble, inventar ante la indiferencia de un exterior poco amigable, sin condiciones para la existencia, quizá sea una de las maravillosas tareas de la especie humana, aunque frágil, lo sabemos, en eso puede residir el arte, en recordarnos esa condición y hacer algo al respecto, música en este caso:
de un almíbar generoso
nacerán vainillas, azúcares nuevos, es
este tropiezo una ofrenda.
A esta altura cabe preguntarse:
¿dónde estamos cuando escribimos?
En el núcleo del extravío, nos contesta al final, este enorme poeta, a quién se le agradece su respuesta.
Mauro Lo Coco, amigo, escritor raro, como decía el mejicano Sergio Pitol, a propósito de ellos, son gente que sin saberlo son capaces de marcarle la vida de varias maneras a sus lectores, para los cuales, y sin saberlo, definitivamente escriben.
Carlos Martín Eguía
Nació en Villa Santa Rita en 1973. Es uno de los fundadores de Z&G y desde 2015, director editorial de Modesto Rimba.