antes de abrir un club

Cristian de Nápoli

Buenos Aires - 2018

118 páginas / 14 x 20

ISBN 978-987-3760-81-5

Dreams never end
En el primer minuto del primer tema
del primer disco de New Order,
¿no te parece que los tipos consiguen
dejar atrás la influencia del grupo anterior?

Pensá en ese tema: todavía
no es el ritmo de fiesta que está por venir
pero ya rompen con esa euforia densa
y hasta tenebrosa del pasado.

En el arranque, hay que reconocerlo,
de los cincuenta segundos iniciales
la música mantiene el viejo clima opresivo.
Es necesario. Forma parte del proceso.

Hasta que, detrás de esa guitarra negra
que lentamente iba rasgando una especie de capullo,
salta la batería y estalla, y habilita al teclado.
Tal vez sea el minuto más épico en la historia del pop.

¿Pero qué decir del nombre, “Los sueños nunca mueren”?
Título raro para un tema y una propuesta
que era un corte emocional con todo lo hecho
hasta entonces, cuando la banda era Joy Division.

Título que hace pensar que los tipos, antes,
habían pasado años apartados de sus sueños
y haciendo una música oscura por obligación.
En la poesía eso pasa mucho.

Prólogo, por Luis Chaves

Cada poeta es un editor, dice uno de los poemas de Antes de abrir un club de Cristian de Nápoli, el autor detrás de esa voz que insiste en darle al teclado mientras cuenta las palabras, «escribe lineas finitas sobre un verano imaginario«, y también el autor detrás de esa voz que escribe como quien golpea con firmeza y cuidado la piedra que esconde la forma, el bloque sólido que cubre la escultura. La tradición, los orígenes, los hijos, la música, todo atravesado por el tensor metálico de la política -la conceptual y la particular-. Antes de abrir un club se lee como un ensayo crítico sobre el acto mismo de la escritura pero también como un arte poética sobre eso que está más allá de la poesía

“Antes de abrir un club” de Cristian De Nápoli: la crítica elegante, por Gustavo Yuste

La poesía puede tener un costado crítico visible sin perder la elegancia, y eso se puede ver en el libro Antes de abrir un club (Zindo & Gafuri, 2018) de Cristian De Nápoli. Manteniendo un clima y un tono a lo largo de estos poemas escritos en el periodo 2007 y 2015, los versos del autor abarcan temas como el trabajo freelance, el fútbol, las intensidades del amor y la poesía misma, sin dejar nunca de lado una mirada punzante.

La crítica elegante

El aullido de los perros a la luna se explica./ Los bocinazos de los autos a la barrera, no”, escribe Cristian De Nápoli en uno de los primeros poemas de Antes de abrir un club (Zindo & Gafuri, 2018), marcando el tono de lo que será el libro que reúne textos del periodo comprendido entre los años 2007 y 2015. Con una mirada crítica de la realidad en general y de algunos aspectos particulares, el autor no pierde de vista la importancia de una voz clara, elegante e incisiva.

A pesar de estar compuesto por distintas partes y estar separados por 8 años, el poemario de De Nápoli se mantiene en una búsqueda: la constante idea de ir más allá del orden establecido. “Desde la torre de marfil pobre/ escucho una oferta: es hora/ de que cuentes la otra mitad de tus fracasos./ Los que aceptaste sin discutir”, sentencia en el comienzo de un poema. Varias páginas más adelante, va a ir en esa misma dirección: “Une a tres generaciones/ lo que partió a los Ramones/ si no a los Beatles: la soberbia”. ¿Qué puede brindar la poesía ante ese aire de descontento y cuestionamiento interno?

El autor va a ser honesto en la búsqueda de esa respuesta, lo que incluso lo lleva a momentos cargados de introspectiva: “A veces me cruzo con gente tan eufórica y alocada/ que hasta me siento elegante”; o también: “no quiero hablar porque sé que pronto/ voy a tener una opinión sobre todas las cosas”. Sin embargo, esa introspección es generosa, no gira sobre sí misma, sino que invita al lector a ver las grietas del precario orden que nos rodea y prende una chispa de inquietud al respecto. Después de todo, a veces el yo poético puede servir para evidenciar un síntoma general.

Un claro aspecto a subrayar de esa crítica elegante que caracteriza al poemario de De Nápoli es la utilización de un recurso como la pregunta, muchas veces retórica, muchas veces más certera que una respuesta. Ahora bien, eso no le impide ser tajante, sobre todo a la hora de hablar de la propia poesía: “De los miserables se sabe/ que son grandes ucronistas:/ si se les avisaba con tiempo, traían algo;/ si hacíamos una buena convocatoria, ellos se presentaban”. Lo mismo se encuentra en los siguientes versos: “(…) los tipos, antes,/ habían pasado años apartados de sus sueños/ y haciendo una música oscura por obligación./ En la poesía eso pasa mucho”. 

Lejos de adoptar una postura de trinchera, Antes de abrir un club prefiere elegir una posición arriesgada, la cual de cierta forma se anuncia en su título: antes de abrir un club, es preferible seguir cuestionando las cosas y buscar nuevos sentidos incluso donde solo se pueden ver fracasos. Ya sea en una derrota mundialística, en un trabajo mal pago o en una relación que pierde el entusiasmo, Cristian De Nápoli no se regodea en la tristeza y ofrece momentos de claridad para ver las cosas con otro filtro: “Como estuve en el centro, el norte, el sur y el oeste de esta ciudad con vos, puedo dormir tranquilo y que tengas buen viaje”. En definitiva, la mejor crítica es la que empieza desde la incertidumbre y este libro es un claro ejemplo de ello.

RESEÑAS CAPRICHOSAS #255

La épica discontinua del trabajador independiente, por Carolina Esses en Revista Ñ

Líneas filtradas por el rock, el fútbol y el paso del tiempo se esfuerzan por traducir experiencias personales que se arriman a lo colectivo.

 

Por más confesional que sea un poema, por más privada que parezca la experiencia que narra, siempre hay algo que trasciende lo meramente personal y se vincula con lo colectivo. En antes de abrir un club, último libro de poemas de Cristian De Nápoli, el poeta que se mira sin piedad en el espejo y hace el recuento de lo perdido, de lo ganado, pareciera reflejar también a la generación que empezó a escribir leyendo el Diario de Poesía y la mítica revista 18 Whiskies, la que creció alrededor de los versos de Daniel Durand y las figuras centrales de maestros como Juana Bignozzi o Leónidas Lamborghini.

¿Cómo seguir escribiendo? ¿Cómo escribir, ahora, que no hay, casi, tiempo para poemas, que se impone la necesidad del trabajo, que están los hijos, que la profesión aparece como una trampa y no se ve con claridad una salida?

Sin dramatismos, con ironía, a través de versos largos, narrativos, en los que se imprime la marca de las lecturas, el rock y el fútbol, interpelando al lector, De Nápoli desgrana cuestiones que giran en torno al trabajo y al paso del tiempo.

Si alguna vez hubo una utopía, parece decir el poeta que recuerda, por ejemplo, “la cara de Lenin estampada en el ojo de gato/ de una bici atada al plátano y la A de anarquía/ dripeada en la pared” en versos que juegan con la sonoridad y la rima, fue creer en la libertad del llamado “trabajador independiente”.

De Nápoli, que fue organizador del recordado Festival Salida al mar, que es traductor del inglés y del portugués, dice: “Frente a la compu, en su casa, corrido por jefes que cambian como los días/ arroja su lanza servil, ¿libre?, el hombre de hoy: el/ Freelancer”. No cabe dudas: el engranaje que lo sostiene es el mismo que ahoga al oficinista en su puesto: “Podría escribir en vez de hacer estos trabajos/ que hace la gente que escribe”.

El poema, entonces, aparece como un verdadero lujo. Que no es, claro, la posibilidad del poema con mayúscula –porque pasados los cuarenta años se sabe: no hay épica, no hay gran poema– sino la de un destello, la ráfaga de algo que se reconozca como verdadero.

Como si se hablara a sí mismo, el poeta dice: “Desde la torre de marfil pobre/ escucho una oferta: es hora de que cuentes la otra mitad de tus fracasos./ Los que aceptaste sin discutir”. ¿Cómo despertar lo que está anestesiado, cómo recuperar algo de esos poemas de adolescencia que se encuentran por casualidad un día y que descargan sus “13.200 voltios”?

A pesar de la capacidad del tiempo de limar, de horadar las expectativas que se tuvieron y que ahora se desdibujan, parece haber una única salida y esa es la de “poner el cuerpo”, la de enfrentarse con el dolor. Ya sea como consecuencia de un partido de fútbol en el que se deja todo –como se lee en “La canchita”–, o como resultado de un poema, de abrir las compuertas que ese poema pide.

Cristian De Nápoli desmenuza con humor, desborde y desilusión un tema tan vital como es el del trabajo y se detiene con cierta nostalgia en aquellos hitos de la adolescencia, de la juventud, que marcaron su formación como escritor.

Si es cierto que, en general, la poesía es leída por poetas, más de uno se encontrará reflejado en la potencia de estos versos.

Antes de abrir un club, Cristian de Nápoli. Zindo y Gafuri, 118 págs.

 

Cristian De Nápoli en el programa de Hector Larrea, por Gabriela Borrelli Azara
Cristian de Nápoli
Nació en 1972. Es poeta y traductor. Durante varios años realizó un festival de poesía, el Salida al Mar. Publicó los libros de poesía Límite bailable (1999), El ring (2004), Los animales (2007) y El pueblo le canta a sus familias disfuncionales (2012), y un libro de cuentos, Darth Vader y yo (2015).

Antes de abrir un club reúne varios poemas escritos entre 2007 y 2015 que estaban inéditos.

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