Home Movies

Robert Hass

 

Buenos Aires - 2016

142 páginas / 14 x 20

Traducción de: 

Mirta Rosenberg, Alejandro Crotto,

Liliana García Carril, Silvina López Medin. 

ISBN 978-987-3760-53-2

Envidia de los poemas ajenos

 

En una versión de la leyenda las sirenas no podían cantar.
Era sólo el cuento de un marinero que pudieran hacerlo.
Entonces a Odiseo, atado al mástil, lo atormentaba
una música que no oía — el mar precipitándose,
el viento ascendente, el hambre de los pájaros lejos de la costa-
y las mujeres mudas recogiendo algas para hacer abono,
al verlo forcejear contra las cuerdas, al ver
el horroroso anhelo en sus ojos, desde el desecho rocoso de una isla
son transformadas para siempre por lo que imaginan
que él imagina, la canción que ellas no cantaron.

Home Movies, por Marcelo D. Diaz

A veces leemos textos en los que la escritura pareciera detenerse en una imagen en la que no ocurre nada y todo está quieto cuando en realidad, de manera subterránea, los versos atesoran un resplandor propio. Esto precisamente es lo que ocurre con Home Movies de Robert Hass. La acumulación de escenas de la experiencia diaria se superpone a narraciones y materiales provenientes del mundo del cine. El poema “Símil heroico” es, por ejemplo, una reescritura de Los siete samuráis de Kurosawa narrada desde la perspectiva del espectador del film: El camino de aquí a esa aldea / no está traducido. Un héroe que muere / entrega su quietud al aire. / Un hombre y una mujer caminan desde el cine / a casa en el silencio de lealtades separadas. / La imaginación tiene sus límites”. Del mismo modo que un relato contiene otro relato, el poema delimita los alcances de aquello que es factible de ser imaginado y lo separa del universo de lo real. En otros términos, no hay épica en el día a día, ninguna narración de la vida común es comparable con lo que ocurre en las películas que vemos o las canciones que escuchamos.

Ciertos versos funcionan prácticamente como sentencias, o koans: “Y qué si no mencioné la muerte para empezar / o cómo el amor fracasa en nuestras manos bienintencionadas / o lo que mis padres en la inocencia de su mutua maldad / me hicieron”. O estos: “Todo el pensamiento nuevo es sobre la pérdida. / En eso se parece a todo el pensamiento antiguo / por ejemplo, la idea de que cada detalle borra / la claridad luminosa de una idea general”. Planteos que recubren de un tono metafísico las experiencias e imágenes anteriores y tensionan los efectos de la realidad cotidiana de lleno frente a las simulaciones que nos ofrece la ficción.

Por momentos Hass, en sintonía, propone una reflexión casi fenomenológica sobre la percepción que tenemos del mundo exterior y en un movimiento análogo regresa la mirada hacia nuestro interior: “ahí donde estaba el pájaro que te pareció haber visto, / creas o no en lo que te pareció / haber visto, y después no estaba más, se había / fugado, dejando atrás el vacío / que ahora zumba un poco en tu interior y no es malo / ni triste, apenas se asemeja al asombro o al miedo. / El pájaro está en otra parte ahora, y vos estás acá”. Y así dibuja una correspondencia entre el presente y el pasado en retirada desde un tiempo cristalizado o congelado por completo.

En fin, la escritura y las escenas de Home Movies tejen una secuencia dentro de una temporalidad mundana en la que los fenómenos y vivencias se ordenan unos junto a otros, alineados como en una constelación del orden de lo privado ―Yo tenía la idea de que el mundo está tan lleno de dolor / que a veces debe componer una especie de canto. / Y que la secuencia ayuda, tanto como el orden ayuda: / primero un ego, y luego el dolor”―, y luego de ellos el canto en un juego entre la acción y la inacción, el desencanto y la posibilidad de transformar aquello que nos fue dado las veces que sea necesario. La poesía puede apropiarse de cualquier lugar e instalarse en cualquier escenario, o estación, como un registro espontáneo y efímero de los acontecimientos; aquí hay tomas, pero no realizadas en clave documental, sino más bien con la atención focalizada en situaciones y gestos microscópicos que nos rodean y muchas veces pasan desapercibidos como una música tenue bajo el corazón de todas las cosas.

 

 

 

Home Movies, dos poemas

MUSEO

Durante la mañana de la exhibición de Käthe Kollwitz, un hombre
y una mujer jóvenes entran al restaurante del museo. Ella carga
un bebé; él lleva la edición vía aérea del New York Timesdel
domingo. Ella se sienta en una silla de mimbre de respaldo alto,
meciendo al niño en sus brazos. Él llena una bandeja con fruta
fresca, pancitos, y café en unas tazas blancas, y la trae a la
mesa. Tiene el pelo enmarañado y ella los ojos hinchados. Parece
que se hubieran hundido en el sueño emergiendo de un tirón
como salen los buzos para tomar aire. Él alza al bebé. Ella toma
café, echa un vistazo a la primera página, enmanteca un pan y se
lo come en su rinconcito al sol. Después de un rato, alza al bebé.
Él lee el suplemento de libros y come fruta. Después alza al bebé
mientras ella encuentra la sección del diario que quiere y come
fruta y fuma. Apenas si han intercambiado una mirada. Mientras
tanto, me enamoro de ese equitativo acuerdo, y del bebé que
colabora durmiendo. A su alrededor, por todas partes hay rostros
que Käthe Kollwitz talló en madera: gente sin ningún talento o
capacidad para sufrir que está sufriendo las más paralizantes
clases de dolor: hambre, terror en el mayor desamparo. Pero esta
joven pareja está leyendo el diario del domingo al sol, el bebé
duerme, el verde ha comenzado a emerger de la cáscara del
melón, y todo parece posible.

Trad.: Liliana García Carril

 

 

MEDITACIÓN EN LAGUNITAS

Todo el pensamiento nuevo es sobre la pérdida.
En eso se parece a todo el pensamiento antiguo
por ejemplo, la idea de que cada detalle borra
la claridad luminosa de una idea general. De que el pájaro
carpintero con cara de payaso que escarba el tronco esculpido y muerto
de ese abedul negro es, con su presencia,
el deterioro trágico de un mundo inicial
de luz no dividida. O la otra noción de que,
como en este mundo no hay una sola cosa
con la que la zarza de la mora se corresponda,
una palabra es elegía a lo que significa.
Hablamos de eso hasta tarde anoche y en la voz
de mi amiga, había un fino hilo de dolor, un tono
casi quejoso. Después de un rato entendí que,
al hablar así, todo se disuelve: justicia,
pinopelomujervos y yo. Hubo una mujer
con la que hacía el amor y recordé cómo, mientras aferraba
sus hombros pequeños, algunas veces
sentía un asombro violento ante su presencia
como una sed de sal, del río de mi niñez
con sus sauces isleños, la música tonta del barco de paseo,
lugares cenagosos donde atrapábamos pececitos de un naranja
……………………plateado,
las percas sol. Difícilmente tenía algo que ver con ella.
Anhelo, lo llamamos, porque el deseo está lleno
de distancias infinitas. Debo haber sido lo mismo para ella.
Pero recuerdo tanto, la manera en que sus manos desarmaban
……………………el pan,
esas palabras de su padre que la hirieron, lo que
soñaba. Hay momentos en que el cuerpo es tan numinoso
como las palabras, días que son una continuación de la bondad
……………………de la carne.
Esa clase de ternura, esas tardes y noches,
diciendo mora, mora, mora.

Trad.: Silvina López Medin

 

 

 

La espontaneidad trascendente, en Jampster

 

De la mano de la editorial Zindo & Gafuri nos llega la poesía de Robert Hass en español (una hermosa edición espejada, cuya selección estuvo a cargo de la traductora y poeta Silvina López Medin), bajo el título de Home movies(extracciones de The Apple Trees at Olema, New York, 2010). Hass (San Francisco, 1941), que ha ganado el Premio Pulitzer de poesía en 2008 por su obra Time and Materials (en parte recogida en este libro), es uno de los exponentes más interesantes de la poesía norteamericana actual.

Trataremos de plasmar una lectura, buscando ciertos puntos que permitan visualizar la constelación-Hass y desde allí pensar (como hemos explicado en otros textos de esta sección) hacia afuera.

Hay varios elementos en los poemas que remiten a una configuración “oriental” (Hass ha traducido poesía japonesa): paisajes minimalistas, detallistas, que encierran un mensaje; referencias al cine de Kurosawa, a la pintura china, a la cocina japonesa, entre otras. Podemos pensarlo como una captura de lo oriental, del retazo que occidente nos deja llamar “lo oriental”, que implica una posición del observador subyugado a (y sumergido en) su contexto. A su vez, esa mirada está suavizada, cortada, con pinceladas de época que parecen decirnos aquí también la contemplación es válida: “Durante años, los primeros brotes de damasco / aparecían en el árbol del jardín de atrás, / pensaba en un banco en ese sitio, / un biombo de secuoya detrás de verdes pinceladas / (…) las palomas grises / volvieron a los cables de teléfono”.

Uno de los primeros poemas del libro (se trata de la segunda estancia del primer texto) me impactó especialmente. Se da en él un planteo acerca de las posibilidades del lenguaje pero traspuesto a una escena infantil, lo cual le da una frescura y una verdad muy intensas. Lo transcribo, dada su brevedad:

Versos familiares: “¿Quién sos?”
el pato de goma que yo tenía en la mano
le preguntó una vez a Kristin, de tres años,
mientras se bañaba. “Kristin”, dijo ella, riéndose,
su delicioso nombre, su delicioso yo. “Eso es sólo tu nombre”.
dijo el pato. “¿Quién sos?” “Kristin”,
dijo. “Kristin es un nombre. ¿Quién sos?”
preguntó el pato. Dijo, encogiéndose de hombros:
“Mami, papi, Leif”.

¿Quiénes somos detrás del nombre? Cómo el trasfondo de las palabras puede ocultar todavía algo más, quizá la esencia, justamente, de un cuerpo lleno, sobrepasado, de capas absurdas (discursivas sobre todo!). Estos interrogantes se desarrollan a lo largo de toda su poesía.

Los poemas presentan numerosos personajes, que son a su vez otros nombres, y que actúan como piezas de una trama cercana a lo narrativo. En una entrevista del 2014 , Hass comentaba su gusto por la poesía que suena “natural” y la contraponía a aquella que aparenta ser elevada y vanguardista. Podríamos entender esa definición como una búsqueda de coloquialidad camuflada que el autor aprovecha para enredar luego algunas ideas muy potentes (que en dicha entrevista él llamaba “lo meditativo”) y generar un efecto de capas superpuestas.

Otro poema interesante se titula “Museo”. Se trata de una escena en que una joven pareja con su pequeño bebé desayuna en el restaurante del museo rodeados de rostros tallados en madera por Käthe Kollwitz. Si bien uno de los efectos buscados es contraponer los rostros del arte, inmóviles, dolidos, a los rostros esperanzadores de aquellos humanos (digo entre otros, porque también está la cuestión de que esa familia como tal es ya una pieza de museo, y varias otras lecturas más), el enfoque resulta llamativo. La cámara pareciera configurada en modo escenas-de-una-familia-americana-tipo, refundando la esperanza blanca y burguesa de una sociedad en orden; el hombre lee el New York Times, “el suplemento de libros y come fruta”, ella lleva al bebé en brazos, pero finalmente se intercambian los roles (ella lee y él alza al bebé, como golpe de perplejidad y máximo nivel en que tensa las conductas patriarcales). Pero ¿por qué Hass compone esta escena? ¿Qué otros motivos podrían pensarse? Echemos un vistazo a los rostros de Kollwitz (1867-1945):

 

La familia come rodeada de estas miradas. El final del poema, “(…) Pero esta / joven pareja está leyendo el diario del domingo al sol, el bebé / duerme, el verde ha comenzado a emerger de la cáscara del / melón, y todo parece posible”, este final, posiblemente no implique tanto la esperanza en el futuro de esa configuración familiar como el de la libertad humana. Perseguida en sus últimos años por el nazismo, Käthe Kollwitz y su esposo abandonan Berlín después de haber sido arrestados en 1936. El horror de las Guerras está en esos rostros. La miseria, los campos de concentración, la deshumanización de los sujetos (que todavía sostienen, dignificados por el arte, esos ojos penetrantes).

Avanzando en el libro, nos encontramos con la serie “Tiempo y materiales”. Aquí se propone una analogía con la pintura a partir de la obra de Gerhard Richter: Abstrakte Bilder. Dice el poema inicial: “Formar capas, / como si fuesen la constante de los días”, capas que cumplen la formación de algo, una vida, una pintura, un texto. Así, el segundo tramo es un texto que va descomponiéndose poco a poco, sus versos se van borrando, van perdiendo letras; una de las estrofas en su instancia completa dice: “el objeto de este poema es denunciar un robo, / en curso, de todo / lo que no sea estas palabras / y su disposición en la página”. ¿Qué es “todo / lo que no sea estas palabras”? ¿Cómo actúa lo robado sobre estas palabras? ¿Quién roba y quién denuncia? Tratar de resolver esto sería tonto, pero cuán interesante resulta no desaprovecharlo para reflexionar sobre la materia del poema y las representaciones que este moldea sobre lo que no está. Como un holograma se desvanece lo nombrado, y nos preguntamos hasta dónde estas texturas han sido trabajadas o conservan el aliento familiar, homemade, espontáneo. Recordemos el planteo del pato de goma: “Eso es sólo tu nombre”, dice a la niña, nos dice a nosotros, lectores, sumergidos en el agua tibia de lo narrado, pero listos para bucear más allá de los límites de la bañera.

Robert Hass

 

Nació en San Francisco (EEUU) en 1941. Sus libros de poesía incluyen: Field Guide (1973), Praise (1979), Human Wishes (1989), Sun Under Wood (1996), Time and Materials (2007), por el que recibió el premio Pulitzer y el National Book Award, y la antología The Apple Trees at Olema (2010). Tradujo varios volúmenes de la poesía de Czeslaw Milosz, junto con el propio Milosz. Sus traducciones de los maestros del haiku han sido recopiladas en The Essential Haiku: Versions of Basho, Buson, and Issa. Sus libros de ensayos incluyen: Twentieth Century Pleasures: Prose on Poetry, por el que recibió el National Book Critics Circle Award, y What Light Can Do: Essays on Art, Imagination, and the Natural World. Fue Poeta Laureado de Estados Unidos de 1995 a 1997. Es profesor en la Universidad de California, Berkeley.

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