Los textos de (fotografías) surgieron a partir de 2016, posteriormente a la publicación de Esa trampa de ver, al pensar qué puede hacer el lenguaje poético como mediación entre la imagen y la experiencia. Es decir, qué hay en medio de una escena congelada y el relato de lo vivido que pueda sacar al texto de una forma literaria afectada. Más tarde, cuando en 2017 me topé en Internet con la exposición de fotografías de Wayne Sorce en una galería de Chicago, inmediatamente sentí que ese trabajo estaba en sintonía con lo que yo buscaba.

El fragmento irremediable de la captura estaba desplazado de la referencia habitual y, además de lo evidente, en cada obra había palabras incrustadas; no puestas por el autor, sino por la ciudad: carteles, pintadas, etc. que abrían un espacio de expresión subterráneo sin salirse del marco. Y de alguna manera esas impresiones fueron siendo la viga para una escritura que las desbordaba (y yo dejé que lo hiciera), transitando una serie de experiencias personales casi en tiempo real.

Este año se publicó también Una cuestión de diseño, por Barnacle, y si bien han sido dos proyectos paralelos, se trata de dos búsquedas diferentes. Aunque siempre respondiendo a una necesidad más bien ensayística, a un intento por ver qué pasa en lugares con poca señalización.

Este libro es especial para mí, quizá sea el cierre de una serie y el comienzo de otra. Hay ciertas cuestiones del ritmo, tal vez una amabilidad menos casual, que seguramente vayan siendo sostenidas en el futuro. Así también la forma de vincular escritura y experiencia surfeó con un swing que me gusta, que me permitió permanecer sin fugarme de mi propio texto. Y eso en lo personal es lo gozoso de este asunto.

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